sábado, 31 de enero de 2009

Caos


Mirar a través de los ojos ciegos de la intolerancia. Escuchar gritos sordos en discos silenciosos. Destellos luminosos en la oscuridad absoluta. La pérdida en desiertos frondosos y bosques marchitos. El infinito dentro de un cajón sin fondo. Atardeceres desnudos en medio de la nada, pero entre el todo. Caótico orden, armonioso desorden, armonia ordenada y caos.

viernes, 30 de enero de 2009

Abur ama.



Descubres todo un mundo ante tus ojos. Claro que siempre había estado ahí, pero para ti es la primera vez. La primera vez que te encuentras observando, y no mirando, los ojos llorosos de ese niño; Los árboles, que están ahí, como siempre, sin hacer nada, pero que por primera vez para ti se mueven, hablan, miran...esperan. Esperan expectantes ese final que la sociedad, y esa sombra que arrastra desde hace ya algún tiempo, les ha prometido. Como si de un virus se tratase. Un virus que te atrapa, desnuda y come por dentro. Dicen por ahí que mañana no quedará nada. No quedarán árboles a los que niños inocentes y con lágrimas en los ojos miren tristes, intentando averiguar si eso que han oído por la tele y leído en libros y revistas será cierto. Eso sobre el cambio climático. Algo de que el mundo, tal y como lo conocemos ahora, no permanecerá así para que nuestros hijos e hijas lo disfruten…

jueves, 29 de enero de 2009

Barbicidio


De veras te digo que estaba muy enfadada con ella. ¿¡Quién diablos se pensaba que era, que se creía con derecho a introducirse en nuestras vidas y modificarlas a su gusto!? Pero en el preciso momento en el que dobló la esquina, cruzó el gran pórtico y apareció frente a mi con sus grandes ojos azules supe que jamás tendría el valor de plantarme frente a ella y enfrentarme a esa gran y perfecta sonrisa que me dirigía desde su majestuosidad. Todo mi ser temblaba de miedo y emoción, todo al mismo tiempo, pues la sensación de encontrarme ante esa belleza que llegaba a ser abrumadora, cegaba lo que hasta entonces yo había considerado mi buen juicio. Estaba paralizada, entumecida, estancada e inmovilizada. No tenía nada que hacer, en aquel mismo instante me enamoré loca y perdidamente de ella y nada de lo que ella pudiera hacer a partir de entonces me serviría para convencerme de lo contrario. Se adueñó de mi y dirigió mi vida a su antojo sin que yo pudiera hacer nada al respecto. Así que, cuando por fin conseguí armarme de valor y hablar, las únicas tres palabras que lograron pronunciar mis labios sólo empeoraron la situación:
- Bienvenida mademoiselle Escarlata.

miércoles, 28 de enero de 2009

Pequeños


Y ahí estas tú. Intentando respirar. Intentando sobrevivir a pesar de las adversidades. Intentando luchar por una vida mejor. Intentando imaginar como sería tu vida sin todas esas pequeñas cosas, insignificantes quizás, que desmoronan tu mundo interior, tu burbuja que te protege y cuida, ese pequeño muro que todos levantamos a nuestro alrededor para no hacernos daño y evitar que nos lo hagan. Esperando poder reír en un futuro al recordarlas y sonreír pensando qué tonta has sido. Pero… ¿no está la vida está hecha de esas pequeñas cosas insignificantes y ridículas? ¿No son los mejores momentos aquellos con los que nos encontramos día a día? ¿Y no son, a veces, las cosas más pequeñas las que nos hacen más daño?
Porque la vida son sólo breves instantes de felicidad, pena, soledad o euforia que se cruzan en el tiempo, en nuestras vidas. Qué PEQUEÑOS somos.

Incongruencias humanas

Y hay días en los que sólo es cuestión de segundos pasar de la risa al llanto. Al igual que sólo hay un pequeño paso del amor al odio. Espero no experimentar esto último; al fin y al cabo, ¿para qué querría yo odiar a mis seres queridos? El odio es algo que no acabo de comprender. Una perdida de tiempo, energía y buen humor que, a menudo, tendemos a transformar en pena, lástima o asco. Y al igual que hay veces en las que cuesta odiar y estar enfadado cuando hay tantísima belleza en el mundo, hay otras en las que cuesta amar entre tanta falsedad, opresión, corrupción, tiranía y egoísmo. Curiosa tendencia la humana, esta de transformar sentimientos.

Stop


-¿En qué piensas?
-…en el mundo.
-¿En el mundo?
-Si, el mundo va demasiado deprisa. No hace más que girar y girar y no deja tiempo para fijarse en las cosas bonitas. Si te fijas, el mundo es como este tren. Pasa por miles de lugares, conoce miles de personas y vive miles de momentos, pero pasa a su lado tan rápido que no se puede disfrutar de ninguno de ellos. Hoy, yo quiero bajarme del mundo; quiero bajarme del tren. Quiero ir a lo mío, a mi rollo. Disfrutar buscando en el ayer momentos felices sin miedo a que la vida pase ante mis ojos y me haga vieja sin querer. Quiero disfrutar de mil fantasías. Mil años, días, minutos y segundos que podré recordar sin miedo a quedarme atrapada en el reloj de la vida.
-Que se pare el tiempo. Que se pare el mundo, que yo me bajo.