domingo, 23 de agosto de 2009

Los hombres que no amaban a las mujeres y los que amaban hablar de amor.

"Vestía de marfil y traía el mundo en la mirada" decía Carlos Ruiz Zafón en su novela La sombra del viento. Habían pasado muchos años y ahora su vida se parecía más a un mal sueño que al cuento de hadas que la vida le había ofrecido.
Habían pasado muchos años desde aquellos en los que parecía que nadie se interpondría en su camino. Ya no era la misma de entonces, las personas cambian. Ya lo decía Pablo Neruda "nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos" y aunque hace apenas unos años nadie lo diría, aquella mujer que prometía devorar a quien se interpusiera en su camino e irradiaba fuerza y seguridad donde quiera que estubiese, se encontraba sometida al más doloroso, injusto y humillante de los sufrimientos, aquel que se sufre en silencio. El dolor mudo, la soledad sorda y la pena infinita.
Pronto el estar abrazados viendo el sol nacer, los besos inquietos bajo las sabanas y las sonrisas complices dejaron lugar al exceso de confianza, al olvido de la necesidad de cuidar el amor y al final, al primer insulto y la duda, al primer empujón y la verguenza, y al primer puñetazo y el terror.
Y lo peor, lo que nunca se perdonaría a si misma, es que a pesar de todo el daño causado y todas las héridas que aún quedaban por cicatrizar,él y sólo él era el amor de su vida, el hombre que amaría hasta el día de su muerte, que ya no debía estar muy lejos. Porque como decía Gabriel García Márquez "la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado" o en su caso, la vida misma, el día a día.

viernes, 14 de agosto de 2009

¿Y bien...?


Sabía muy bien a lo que se enfrentaba; sabía que ella no era la típica maniquí de escaparate que podía cerrar la boca y sonreir a quien se le plantara delante adulando su majestuosidad. Claro que esto no suponía que no fuera hermosa, más bien todo lo contrario, poseía una belleza anormal, atípica y maravillosa que había conseguido enamorarle al primer contacto visual.
Tenía piercings adornando diferentes partes de su cuerpo. Algunos siempre a la vista, el de la nariz, la ceja y los que cubrían su oreja izquierda de arriba a abajo, y otros, entre los que se encontraba su favorito indiscutible, que quedaban ocultos de las miradas penetrantes que le lanzaban a menudo hipocritas acosadores de la intimidad ajena que fingían que el ideal de belleza trataba de seguir los parametros actuales de moda (cuerpos esqueléticos de pechos enormes y largos cabellos rubios teñidos), pero que, sin embargo, quedaban prendados por ella y deseaban descubrir todos los secretos que guardaba aquel cuerpo bendito.
Estaba nervioso, realmente no sabía exactamente como presentarla, temía que no la aceptasen...y eso que aquel día vestía bastante más discreta de lo que le tenía acostumbrado: unos baqueros ligeramente rajados y ajustados de talle alto, una camiseta que apenas le cubría el ombligo, sus habituales botas altas de estilo militar y aquellos labios pintados de rojo que eran su seña de identidad.
De modo que tocaron el timbre de aquella casa que ahora le parecia tan extraña mientras recordaba los años que había vivido allí y lo lejanos que le parecían y se dio cuenta, en aquellos segundos de espera que le parecieron eternos, que estaba junto al amor de su vida, que él la había elegido y que quería pasar el resto de su vida junto a ella. Vale que no fuera lo corriente, lo esperado, lo recomendable, pero, ¿y que?


martes, 11 de agosto de 2009

Agosto dulce.

Enero frio, febrero esperanzado, marzo solitario, abril gris, mayo naranja, junio relajado, julio grande, agosto...

lunes, 3 de agosto de 2009

Ella.

El cursor va borrando una por una cada una de las letras y las palabras que llevo queriendo escribir durante casi media hora. Lo cierto es que no sé por donde empezar, que decir, si no me escudo en alguien anónimo que, desdeluego, no soy yo. Tú, él o ella.
Pero una vez tomada la determinación de escribir en mi nombre, desde el corazón, no soy capaz de encontrar las palabras, no sé como se hace para decir lo que se siente. Porque no sé mirar hacia dentro y buscar en mi interior. Porque es más fácil mirar hacia otro lado, no querer ver la mierda que nos rodea y fingir que somos alguien diferente de quien en realidad somos.
Lo cierto es que soy cobarde y no soy capaz de decir lo que realmente quiero decirte, simplemente no puedo. Y no te creas que no me siento mal por ello, pero aún asi, a medida que escribo palabras sin sentido, de manera que no las entienda probablemente ni yo misma cuando las relea dentro de un par de semanas, me voy sintiendo mejor.
Ya noto que me voy perdiendo, viajo a otra realidad: la de la soledad y la autocompadecencia y poco a poco resucita el yo bueno, el alegre, el que sabe fingir, el que mañana saldrá a la calle con una sonrisa a cuestas, el que reirá, y encima lo hará de corazón gracias a las personas que sí que están ahí, que no han huído a una dimensión paralela muchísimo mas sencilla. Una vida nueva.
Y sí, es cierto que estoy dramatizando, en realidad nada es tan horrible como lo quiero ver, puede ser, porque no, que mas darán las razones, quien necesita razones...(y esta frase me suena, se la he debido de plagiar a alguien, ni siquiera recuerdo a quién)...
Total, que ella vuelve a sentir que no es ella, sabe que esta fingiendo, día a día. Finge ser alguien diferente, alguien mejor. O eso es lo que ella cree. La consecuencia de una supuesta no aceptación, el verse obligada a corresponder a los demás, a cumplir con lo que se espera de ella, a no decepcionar...pero no se preocupen, sólo es un acto de rebeldía controlada y ,sobretodo (faltaría más), pasajera.