miércoles, 24 de febrero de 2010

(Fotografía: Alberto Schommer. Bodegón, 1961)

Quien quiere tenerlo todo, conseguir lo que le apetece a cada momento, alcanzar todo cuanto esté al alcance de su mano sin paciencia, sin esperar, sin respeto...acaba estando rodeado de todo cuanto deseó durante unos breves instantes, pero sin nadie que lo quiera a él eternamente.

sábado, 13 de febrero de 2010

Ciertas alegrías no entienden de ceros

Alguien capaz de emocionarse ante la otra belleza, la diferente, la que no se ve. Alguien valiente. Alguien que disfrute cerrando los ojos y escuchando el silencio. Alguien que vea a través de los muros herméticos. Alguien que siempre vaya más allá. Alguien que pise lenta la nieve para oir su sonido bajo los pies abrigados. Alguien capaz de cruzar a nado el océano. Alguien que se entregue. Alguien. Alguien auténtico, alguien real.

viernes, 5 de febrero de 2010

Pain On Pain.

Sus grandes ojos verdes destilaban confianza, ternura y belleza por doquier. Aquella mañana estaba especialmente bella, con un pañuelo floreado que le cubría el cabello impidiendo que se posara sobre su rostro, de suaves facciones, nariz pequeña y boca perfecta, con el viento del noroeste de aquel maldito quince de Enero. Llevaba meses reuniendo el valor necesario para decirmelo, para que no se le atragantasen las palabras, y sólo Dios sabe el miedo que escondía tras esa mirada penetrante y decidida.
Me abrazó fuerte, como la enamorada que despide a su hombre que marcha a la guerra, como la madre que abraza a su hijo recién nacido, como quien despide a un ser querido en su lecho de muerte...como quien quiere memorizar cada segundo porque sabe que no habrá jamás otro igual.
Posó su delicada cabeza sobre mi hombro y yo sentí como su delicioso olor se colaba en mi interior; sentí su respiración en mi nuca; y aunque no podía verlo, supe que por su mejilla deslizaba una lágrima, la primera y la última que derramó en mi presencia.
Y comenzó a hablar susurrándome al oído. Me habló de esperanza, de respeto, de confianza, de admiración... y sobre todo de amor.
Cobarde de mi, en aquel momento no sabía lo que estaba haciendo. Deseé con todo mi ser quedarme junto a ella y decirle que yo también la quería como nunca había querido a nadie, pero en lugar de eso, alguien cobarde que temía hacerse daño, alguien a quien le aterraba querer por encima de uno mismo a otra persona, habló por mi y le contó una sarta de mentiras mientras por dentro se me resquebrajaba la vida. Maldito idiota.