miércoles, 29 de diciembre de 2010

Where is the unspeakable master?

Las agujas de su reloj no dejaban de girar. El tiempo pasó: primero los días, después las semanas y finalmente los meses. Sería la última vez y él lo sabía. Una última oportunidad. O quizás no. Puede que, de todas formas, sus vidas vuelvan a cruzarse en un futuro. O puede que no.
De cualquier manera, era ahora o nunca. Un simple gesto. El roce de su antebrazo al pasar a su lado. Una sonrisa complice en medio de aquel gentío. Acariciarle la pierna que descansaba a su lado, a escasos centímetros de la suya. Incluso darle la mano cuando nadie mirara. Cualquier cosa que le hiciera comprender que él seguía allí, esperándola, sintiéndose infiel por no haberlo hecho antes y por haberle regalado a otra todas aquellas caricias que le pertenecían desde el principio solamente a ella.
La última vez. Tic-tac, tic-tac. Los segundos corren veloces en un reloj que parece averiado. La esperanza se desvanece. Adiós. Y ya está, se ha acabado. Sin un abrazo, sin un beso. Con una sonrisa triste y unos ojos que no aciertan a transmitir lo que sienten.


Adiós. Y ya está, se ha acabado.

Urte Berri On.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

The show must go on.

Enero ilusionado, Febrero cálido, Marzo cambiante, Abril sereno, Mayo ansioso, Junio gris, Julio genial, Agosto inolvidable, Septiembre nuevo, Octubre raro, Noviembre monótono, Diciembre expectante.


martes, 14 de diciembre de 2010

LA SOLITUDINE DEI NUMERI PRIMI



Con la destreza de quien ha repetido un movimiento automático millones de veces sin ni siquiera darse cuenta de la naturaleza de sus actos. Siendo plenamente inconsciente del giro inesperado, ese rumbo aún incierto que estaba tomando su humilde existencia.
Un día cualquiera, un buen día, de esos que los puede tener cualquiera, se sintió tan, tan, tan, tan lejos de eso que creía ser, aquello en lo que anhelaba convertise que la sensación de hacerse más y más y más pequeño delante del espejo se volvió abrumadora y desapareció en uno de esos espacios ecuánimes y casi imperceptibles para aquellos que él denominaba la gente normal, la media, los que se encuentran en la distribución normal de una media completamente mediocre.
Sin embargo, muchos años después de creer que toda esperanza había caído en el olvido, cuando creía que ya no podría volver al mundo de los que viven felices, ignorantes de su propio destino, desconocedores de la cruda y, a menudo, triste verdad, floreció ella de entre los escombros más miserables.
Y aproximadamente al mismo tiempo se dieron cuenta de que todo lo bueno, lo valioso, lo que merecía realmente la pena poseer, lo tenían gracias a esos espacios equitativos, casi inexistentes por los que él había ganado sus días en las últimas décadas. De la mano, juntos, acompañados por la soledad de los números primos como ellos, pero esta vez con final feliz y lejos de los puentes de Madison County, descubrieron que en los espacios imparciales de nuestros corazones, podemos incluso encontrar un lugar para bailar otra vez.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Queen of the rodeo.

Los movimientos exactos, completamente acompasados.
El ritmo justo, perfecto.
Ni demasiado despacio, ni demasiado deprisa.
Como dos bailarines de vals al borde del abismo insondable.
Meciéndonos juntos en un compás inequívoco,
al vaivén de mis propias convulsiones.
Y, de pronto, un amanecer asomándose bajo las persianas,
la luz inconfundible de un sol único.
Y despierto yo, extraña y sola,
pero segura de que no ha sido un sueño.