sábado, 29 de septiembre de 2012

Nos vamos a Puerto Rico

Tuvo que volver a escuchar aquellos primeros compases de la canción que marcó un antes y un después en aquella que fue su gran aventura. Todos los recuerdos, la emoción vivida, la felicidad, los nervios, todo volvió a estar otra vez muy presente. La canción que habían estado escuchando durante aquellos últimos días maravillosos que vivieron juntos. Aquellos últimos días de su amor; los últimos y los primeros en realidad. Habían sido demasiado cobardes.
Recuerda los bailes latinos, las canciones susurradas al oído con aquel acento delicioso.
El escenario que fue testigo de las dudas, las charlas y las ilusiones. El mismo que les escuchó reír hasta no tener más aire en los pulmones, hasta que las lágrimas caían de la manera más perfecta por sus mejillas coloradas por el sofoco, el estrés, la alegría y sobretodo una tontería inmensa que sólo podía ser fruto de la felicidad más honda. Dios, cómo bailaron en los espacios imparciales aquellos locos. Aquellos extraños que habían acabado sin saber cómo ni porqué juntos y revueltos, participantes todos de una misma comedia.



Aquellas reflexiones que escuchó hace ya mucho tiempo en una película de Isabel Coixet vuelven hoy a estar presentes.

"La felicidad es injusta. Cuando somos felices no nos damos cuenta, eso también es injusto. Deberíamos vivir la felicidad intensamente y tendríamos que poderla guardar para que en los momentos en que nos haga falta pudiéramos coger un poco, del mismo modo que guardamos cereales en la despensa o recambios de papel higiénico por si se acaba, ¿entiende?"
Y claro que lo entiende. ¿Quién no?

domingo, 17 de junio de 2012

Muchas páginas quedan aún por escribir.
¿Qué es un segundo? La unión perfecta.
¿Un minuto? El momento antes del momento.
¿Un día? 86.400 segundos.
¿Un mes? Relatividad.
¿Un año? Escuchar al cuerpo. Energías que van de boca en boca. Entender que no se puede tener todo. Entender que renunciar a algo no tiene por qué significar una pérdida. Saber esperar paciente, ansiosa, triste, inquieta, feliz. Correr. Parar. Sentir impulsos. El poder magnífico, aterrador, de los abrazos. Hablar con los ojos, escuchar con el estómago. Encontrarse brevemente para volver a perderse dentro de nada. Lo bonito. Abrir puertas y echar el cerrojo a otras. Cambiar, pero seguir siendo. Pasear. The Cat Empire, Angus and Julia Stone, The Head and The Heart y la lista de la primavera. Preguntar. No saber. Aprender. Aire, respiración y latidos. Conectar. Borrar las reglas escritas a lápiz.
Muchas páginas quedan aún por escribir y muchas canciones por bailar.

sábado, 31 de marzo de 2012

Peter Pan

Burua bakarrik zuen izaretatik at berarentzako handiegia zen ohe bigun hartan. Bi manta bere gorputz txikiaren gainean, lo egiterakoan pisu hura sentitzea gustatzen baizitzaion, segurtasun sentsazio goxoa eskaintzen zioten antza hartzdun bi manta zahar horiek. Horrela zegoen bada, hain berandutzat hartzen zituen gaueko bederatziretan, bere amatxo logelara sartu zenean, gauero ematen zizkion mila musuak emateko eta ahots kantariz desiatzeko aingerutxoekin amets zezan. Pasa ziren erritual hartako hamabost minutuak eta ama logelatik irtetzera zihoanean, umeak lokartu orduko helduek errekuperatzen duten bizitza horretako gauzatxoak egitera, ume politari azken begirada bota zionean, malkoak ikusi zituen haren masailetatik behera. Negarrak arnasa hartzea zailtzen zion arren, asmatu zuen azkenean, munduan gehien maite zuen pertsonaren begietara begira, azaltzea bere beldur sakon haren arrazoia. Ez zuen hazi nahi. Ume izan nahi zuen betiko. Denbora gelditu eta bere ohean berarekin gauero amesten zuen untxi zuri harekin betiko egon, manta horiek eta amaren musuek zaintzen zutelarik.



Urteak pasata berriro datoz bere burura untxi hura, hartzdun manta zaharrak eta amaren musuak. Baina batez ere, ezin du burutik kendu denbora betiko gelditzearen ideia.

jueves, 16 de febrero de 2012

On the go


Le encantaba correr. Sentía que el aire helado le congelaba las ideas y podía así retener por más tiempo, semi-paralizados, sus pensamientos más sombríos. Le gustaba sentir el viento, como rozaba su fina tez color avellana
Siempre corría, en todo momento. No descansaba nunca, decía que el día que parara de correr empezaría a notar el cansancio y se negaba a parar en seco y jadear con la lengua fuera. Sobretodo no quería aceptar que llegaría el día en el que le faltara el aire. Hay incluso quien dice que cuando dormía siempre soñaba que seguía corriendo.