domingo, 14 de diciembre de 2014

En el metro

Se oye un eco. Es ese rugir que empieza a resultarme muy familiar. Proviene de las entrañas de la ciudad. De esa maraña de caminos y vías, alcantarillas, agua y desechos.

Detrás, estoy yo. Delante, cualquiera lo sabe. En mi estómago los nervios me dicen, me cantan, que hace mucho que no me preocupo demasiado. En mi cabeza, mis voces están bailando. Últimamente es algo bastante común.

Me toca caminar. Calculo que será un paseo de unos 20 minutos. Más vale que vaya a paso ligero, ya empieza a hacer frío en la prematura oscuridad de las calles.

Klik.
Qué es eso que me resulta tan similar a aquello otro que no consigo recordar.
Klik.

La misma forma de sentir y de esperar. La misma hilaridad. Justo igual que la otra vez.  Tres años atrás en el tiempo. Las energías galopando dentro de mi, arriba y abajo, en un balanceo constante, fluctuante, caótico o impreciso. Y también la misma inquietud.
Todo junto consigue hacerme cosquillas en la tripa.


miércoles, 29 de octubre de 2014

Le Baiser

Es un pez en las montañas.
Es la nada más absoluta en el caos más anárquico.
Es un silencio sordo en el ojo del huracán.
Es una bocanada de aire en la profundidad del océano.
Es un avión que se detiene en la amplitud del cielo.
Es una tormenta en el desierto.



René Magritte-Les amants.

domingo, 19 de octubre de 2014

Y tú, ¿tienes novio?

Ayer me preguntaron sobre mi vida amorosa, "Y tú, ¿tienes novio?". Cara de sorpresa y ceño fruncido ante mi negativa, casi me sentí en la obligación de pedir perdón por mi soltería. Tuve que enfrascarme en una breve y confusa explicación para justificar esta abominación social en respuesta al "por qué" que escondía casi un "cómo es posible, cómo eres capaz, por qué tal desdicha".


Por unos segundos mi vanidad se vio alimentada y mi ego por las nubes, pero pronto comprendí que la sorpresa poco tenía que ver con mi belleza ensordecedora y mis infinitas cualidades, sino más bien con la creada necesidad social de caminar por la vida de dos en dos. Cómo si no hubiera más posibilidades para deambular por la existencia.
Lo que me resulta asombroso a mi es, de hecho, la facilidad con la que la gente tiende a acercarse a cualquier alma hambrienta de un poco de compañía. La rapidez para ir empalmando pareja tras pareja. La ingente cantidad de dúos aburrido y silenciosos en las cafeterías y los parques, personas, en teoría enamoradas, se supone, sin nada que decirse y con un número de intereses comunes prácticamente igual a cero.
O yo estoy loca o lo que es raro de narices es el terror que profesamos a la soltería, esa desgracia sin parangón, que nos deja inhabilitados, desvalidos, para un correcto funcionamiento vital.
Claro, que también es otra posibilidad que la tierra esté repletita de almas gemelas ajenas hasta debajo de las piedras y a mi la(s) mía(s) se me resistan cual aguja en un pajar. O quizás es simple y llanamente, otra alternativa nada desdeñable y que seguro tiene algo de certera, que estoy celosa, que la envidia me corre por las venas y necesito algún pretexto para auto-convencerme de que (románticamente) sola también es posible vivir.
Reconozco que me funciona bastante bien. Que vive una tranquila queriéndose a si misma sin la necesidad de que el amor del otro reafirme la auto-valía. Porque creo ciegamente que para caminar por la vida de la mano y subsistir acompañados es requisito indispensable no necesitarlo, a toda costa y como borregos, tanto como el aire que respiramos.

viernes, 10 de octubre de 2014

Hitzak

Hitzek salbatu naute.
Hizkuntzak eta letren gainjartzeak ni bizirik irautea ahalbidetu dute.
Hori gertatu ohi da liburu eta mota ezeinetako ezagutzarekin: itsaso basatiaren erdi-erdian, itotzear gaudela, eguzkiaren argitara erakartzeko gaitasuna dute. Soka bat bailitzan, bailiran, bizitzara, nahitaez, lotzeko boterea.
Maite ditut hitzak eta maite dut hauen indar ezin ukatuzkoa.
Hizkuntza da pentsamendu ororen ama, kultura eta jakinduriaren ibilgailu bakarra. Plurimorfikoa, praktikoa, eklektikoa. Hizkuntza da, hau edozein delarik ere (eta zenbat eta gehiago ezagutu eta maitatu, hobe, askoz hobe), ideia egiazkoenen transmisorea. Hizkuntza da, hau edozein delarik ere, gainontzekoekin lotzen-mantentzen-batzen-konektatzen gaituena.
Hitzak dira kultura baten edertasuna. Izan ere, mutuak, soinu bakoak, keinu hutsak direnean ere, gure barren-barrenean giltzapeturik gordetzen dugun hori askatzeko gai baitira. Hizkuntzak, beraz, egiten gaitu libre, aske. Hitzik gabe, ezinezkoak suertatzen direlako ideiak.
Irratian, egunkarian, gure buru eta bihotzetan, istorio ezinezkoetan, ipuin eta fabuletan, pelikula zein antzerkietan, nobel sarien hitzaldietan, Jainko, errege, profeta zein eskaleen mezuetan, eta, noski, gure liburu gustokoenetan, gurasoen maitasunean: hitzak.
Nik ez daukat inolako zalantzarik; Hizkuntzaren edertasunak salbatu nau ni.


Beste garai eta beste herrialde batean, beste hizkuntza baten bidez, Emily Dickinsonek bere erara azaldu zuen:

604
Unto my Books -- so good to turn --
Far ends of tired Days –
It half endears the Abstinence --
And Pain -- is missed -- in Praise --
As Flavors -- cheer Retarded Guests
With Banquettings to be --
So Spices -- stimulate the time
Till my small Library --
It may be Wilderness -- without --
Far feet of failing Men --
But Holiday -- excludes the night --
And it is Bells -- within --
I thank these Kinsmen of the Shelf --
Their Countenances Kid
Enamor -- in Prospective --
And satisfy -- obtained --”


604
¡Qué bueno regresar a mis libros!
-término de los fatigados días-.
Casi compensa la abstinencia,
y el dolor se olvida con el placer.

Como aromas que confortan a los invitados
en el banquete, mientras esperan,
esta fragancia aligera el tiempo hasta que llego
a mi pequeña biblioteca.

Puede haber desolación afuera,
lejanos pasos de hombres que padecen,
pero la fiesta suprime la noche
y hay campanas, interiormente.

Doy las gracias a estos Parientes del Estante.
Sus caras apergaminadas
nos enamoran mientras esperamos,

y nos satisfacen al alcanzarlas.”

domingo, 31 de agosto de 2014

La pérdida


Coge la copa con la mano izquierda y la acerca a sus labios.
El vino acaricia suavemente su paladar. Lo mantiene un rato en la boca antes de tragarlo. Le gusta el sabor. O más bien, le gusta la sensación ligeramente amarga que este deja cuando al fin lo traga.
Piensa en ello. Piensa en todas las cosas que causan esa misma sensación cuando, tras un breve lapso de tiempo, desaparecen. No sabe muy bien por qué, casi todo lo que ha amado ha desaparecido con el tiempo.

Está sentada sobre una silla de mimbre azul. Tiene las patas de madera maciza. Le gusta la silla, le recuerda a las hamacas de casa de su bisabuela. Esas que la arroparon en las largas tardes de verano en Biarritz; cuando el futuro estaba en su sitio y la calidez de los seres amados se daba por supuesta. Han sido demasiados los amaneceres en soledad desde entonces, sin embargo. La vida hace tiempo que le dejó de parecer azucarada y de colores.

Ya no queda casi nadie en la calle. Este otoño prematuro en una gran ciudad mucho más al norte que su tierra natal, no invita a esas largas veladas nocturnas que tanto le gustan. El viento mece las ramas de los árboles y sus hojas caen inertes sobre las baldosas que las han visto resplandecer en días mejores. Su piel, también marchita, se estremece sólo de pensar en la desnudez de esos árboles que, al igual que ella, pasarán los próximos meses echando de menos el calor de quien los había abrazado en un pretérito pluscuamperfecto.

Un hombre pasa a su lado. Durante unos segundos, se miran fijamente a los ojos. Se intuye una sonrisa en su mirada. Un calor que creía perdido corre por sus venas. Para cuando quiere darse cuenta, ha desaparecido; no queda ni rastro de él en las desiertas calles. Apura rápidamente su copa de vino. Una gota colorada ha caído sin quererlo sobre su camisa de seda nueva.

Sale en su busca, quiere rogarle en un grito de miel que se quede con ella, que no la deje sola. Pero un soplo de aire fresco le recuerda que ya casi es otoño, que hace frío allí afuera y que las sábanas de su cama la esperan congeladas, muertas de aburrimiento, en su habitación vacía desde hace ya demasiado tiempo.

Es la ciudad de los rostros sin nombre; la ciudad de las almas anónimas.

domingo, 10 de agosto de 2014

Maita nazazu ozen


Maita nazazu arin,
zukua atera orain hozkailuan dauden limoi guztiei.
Maita nazazu astiro,
nekez gelditzen den arren hare pixka bat erlojuaren goiko aldean.
Maita nazazu orain,
etorkizuneko bideetan galdu gaitezke eta.
Maita nazazu gozo,
marrubi gominola zaporearekin busti nazazu.
Maita nazazu gogor,
ez izan zure besarkadekin itotzearen beldur.
Maita nazazu osorik,
hartu ezazu nire azaletik isurtzen den esentzia.
Maita nazazu tarteka,
airea igaro daitela gure arnasen artetik.
Maita nazazu suabe,
nire buruarekin oztopatu eta min hartu ez dezazun.
Maita nazazu soilik,
barre ozeano baten bainatu gaitezan.
Maita nazazu bustirik,
utzi dezagun izaren arteko itzalek menperatu gaitzaten.

Maita nazazu goseti,
maita nazazu ase.
Maita nazazu nahi duzun moduan,
baina maitatu.
Maita nazazu atzo,
beharbada bihar beranduegi da eta.

sábado, 5 de julio de 2014

Historias, cuentos y fábulas.

C'est fini.
El día esperado, anhelado. Sentirme bien. Tener un poco menos de miedo.
Una sonrisa apacible, tranquila, inquebrantable.
La fragilidad del TIEMPO. Su fugacidad, su subjetividad, su inconmensurabilidad. Nos hace débiles y nos hace fuertes. Adivinar el futuro. (Y menos mal que no podemos hacerlo). No saber y no querer saber.
Contamos historias. Continuamente.


Creamos cuentos y fábulas y las compartimos con los demás. A eso se limita cuanto tenemos que ofrecer. Historias.
Hay que vivir. Hay que llorar por un amor perdido. Hay que sudar haciendo el amor. Hay que caer al suelo desplomada, de cansancio a veces, de risa otras. Hay que bailar en la cocina y, sobretodo, hay que caminar y hacerse un par de ampollas por el camino.
Vivir para contarla dijo Gabriel García Márquez. "La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla."
Y después construimos historias, cuentos y fábulas. Tenemos una vida, un bagaje que compartir.
Yo soy yo y mis cicatrices. Soy yo y mi soledad. Soy yo y mi bullicio. Soy yo y mis anécdotas. Soy yo y mis lágrimas; mis miedos. Esa soy yo, compartiendo mis cuentos con una sonrisa, con amor.

miércoles, 11 de junio de 2014

Los ojos que no ven

Me miró con los ojos cerrados. Cómo si eso fuera posible.
Tic-tac-tic-tac.
Lo llevaba haciendo toda la vida. Párpados rosáceos y temblorosos, frágiles.
Diminutas venas azules amenazando con estallar.
Una retina que acierta a ver a través de una, aunque fina, superficie opaca.
Lo miré. Lo observé mientras estaba ahí tumbado en su lado de la cama.
Algo se me resquebrajó por dentro.
Tic-tac-tic-tac.
La vida.



1968.
Un atardecer soleado en Junio.
Bajábamos agarrados del brazo por la Gran Vía.
En aquella época, sólo con estar cerca de él mis pezones endurecían. Sentía humedecer mi entrepierna. Me sudaba la espalda y sonreía constantemente. Algo en la boca de mi estómago me acariciaba las entrañas.
Tenía veintitrés años. Me refiero a mi. El estaba a punto de cumplir los cuarenta y dos.
Era alto, de complexión atlética. Sus brazos me convertían irremediablemente en una presa fácil. ¡Cómo resistirse a su abrazo...!
Vestía siempre pantalones de pana, hiciera un frío polar o un calor caribeño y sus labios ricos en carnes, proporcionados, de una extraña manera incluso simétricos, eran para mi, entonces, suficiente alimento, calor y fuego.
Recuerdo el momento exacto en el que ocurrió por primera vez. Estábamos sentados en un banco muy cerca de la ría. Las campanas de la iglesia San Nicolás anunciaban las ocho de la tarde y aún circulaba una brisa veraniega. No recuerdo de qué, yo me reía. Pero me reía a carcajadas; con la boca bien abierta y convulsionando todo mi cuerpo. Agarró mi cara con las dos manos, delicado, aunque seguro y firme. Me atrajo hacia sí y me besó; suave, lentamente primero, con ternura; y apasionadamente después. Era la primera vez que nos besábamos y, cuando nos separamos, el aún tenía los ojos cerrados. Así, sin mover un sólo centímetro de su cuerpo, me pidió, casi susurrándolo, que me casara con él. Tenía los ojos cerrados y, sin embargo, estaba viéndome completamente descorazada, inocente, fiel. Suya. Me estaba viendo el alma.
Yo, joven y enamorada como estaba, hice lo único razonable que podía hacerse: me abrí a él y le entregué mi corazón. Cerré los ojos yo también, y, mirándole fijamente, dije que sí.


Casi cuarenta y seis años después seguía despertándome cada mañana con sus ojos cerrados clavados en mi nuca. Esos preciosos ojos que sabían encontrarme e iluminarme incluso cuando todo era oscuridad.

Tic-tac-tic-tac.
Estaba paralizada.
Me abracé a mi misma. Con mis manos fui poco a poco recorriendo mis propias arrugas y cicatrices. Lo hice tal y como lo hubiera hecho él. Y me acordé de aquella primera vez que me miró con los ojos cerrados, mientras los míos propios se empañaban por ese dolor que iba subiendo poco a poco desgarrándome por el camino.
Tic-tac-tic-tac.

Sonó el timbre. Por fin. Venían a llevárselo.

jueves, 15 de mayo de 2014

El mundial, ese negocio criminal, y los cruceros

Ya queda menos. En menos de treinta días medio mundo estará con los ojos fijos sobre una pantalla de televisión. Atentos, casi hipnotizados, detendremos nuestras vidas durante poco más de un mes en una especie de delirio colectivo que comenzará en Sao Paulo el próximo 12 de Junio a las cinco de la tarde.


Las masas enloquecen con el fútbol. Mujeres y hombres por lo general cabales, tranquilos y educados se convierten en seres extraños para sus propios hijos y allegados: gritan, insultan, escupen, lloran, se enervan. En pocas palabras, se vuelven auténticos energúmenos. El partido de nuestro equipo es SA-GRA-DO. A más de uno y más de dos no les sorprendería que alguien se ausentase incluso de la santísima trinidad de la BBC (bodas, bautizos y comuniones) por ver marcar el golazo de la semana a la estrellita de turno. Y es que en este país con el fútbol no se juega.

Imaginemos por un momento que, por alguna razón, se me ocurre querer ir a ver uno de los dichosos partidos del mundial. Por supuesto, no es un ejercicio mental sencillo, también tenemos que imaginar que vivimos en un universo paralelo donde entre los jóvenes de mi edad el paro no es superior al 55% y yo puedo costearme el viaje de mis sueños para ver al guapérrimo Piqué & Co. en acción. Me he informado, los precios oficiales de las entradas oscilan entre los 65 y los 722 euros aproximadamente, dependiendo del partido que desee ver, la localización de los asientos, etc. Multiplíquenlo por el número de individuos en cada encuentro y por el número de partidos y voilá. Sólo con las entradas, la FIFA ya se embolsa millones y millones de euros. Nada que no supiéramos ya. Pero me ha dado por seguir pensando en mi viaje a Brasil y me he acordado de algunas otras cosas que también sabemos, pero que no está de más recordar.

En el mundial del 2010 las malas lenguas decían que nuestros campeones de la roja se embolsaron 550000 euros por barba (sin tener en cuenta extras, campañas publicitarias, patrocinadores y demás, que sino las cantidades se nos van de madre). El currante medio español cobra según el INE 22.790 euros brutos al año.

Según el diario Argentino Infobae, el coste de la construcción y remodelación de los 12 estadios que serán sede en el mundial de Brasil se ha disparado a 3000 millones de euros, cantidad cuatro veces superior a la estimada inicialmente por la FIFA y que supera, y por mucho, lo invertido en Sudáfrica y Alemania juntas. Obras que, por cierto, no han estado exentas de tragedias humanas que no hacen sino dejar en evidencia la falta de medios y/o la falta de interés en el capital humano del gigante latinoamericano. Por si esto no fuera suficiente, los casos de corrupción no dejan de sonar: empresas privadas que generosamente aumentan contribuciones a cambio de adjudicaciones, financiación a cargo de los contribuyentes...un escándalo silenciado.

Es cierto que no todo va a ser drama en la gran fiesta del deporte estrella, no niego que generará miles y miles de empleos y dejará millones de euros en el país. Lo que no tenemos tan claro es quién sacará provecho de este dinero. Las grandes empresas que se beneficiarán de la Copa Mundial
prefieren no pagar impuestos sobre esos beneficios en el propio Brasil, dejando así el país con una deuda inasumible.

Entre otros sectores, uno de los más beneficiados, sin duda, será la prostitución. La trata de blancas es el tercer negocio que más dinero mueve tras las drogas y las armas y los grandes eventos deportivos generan un inmenso y deplorable número de consumidores de la versión más sucia, lamentable e ilegal de la profesión más antigua del mundo. Porque no nos equivoquemos, las mujeres que se dedican a esto y ejercen por amor al arte, son las menos.


Por otro lado, no es ningún secreto la “limpieza” de favelas que se está llevando a cabo de un tiempo a esta parte. Se estima que unas 150000 personas han sido y serán desahuciadas para la celebración del mundial, al igual que miles de vendedores ambulantes se quedarán sin forma de ganarse el sustento en favor de los derechos exclusivos de venta de los patrocinadores. Por no mencionar los famosos acuerdos de la policía con los cárteles de la droga y los asesinatos de menores denunciados recientemente por el periodista danés Mikkel Jensen, “para que los turistas no vean las vergüenzas del país”.

La lista sigue y sigue. Pero una de las consecuencias que, probablemente, quede más en evidencia tras este tipo de eventos deportivos, y al igual que ocurre con las olimpiadas, es el abandono de las instalaciones construidas (y derramando sangre por el camino) para convertirse en “bañeras enormes” que son económicamente insostenibles por las ciudades anfitrionas. Como ejemplo, vaticino la debacle del estadio de Brasilia, el más caro de los que han sido construidos y el segundo más caro del mundo, para una ciudad que ni tan siquiera tiene un equipo profesional de envergadura. Lamentable. Casi tanto como la inminente explosión de una burbuja inmobiliaria que se ve venir desde hace tiempo y que dejara al país en un estado más deficitario aún, si cabe.

Y esto es sólo el principio. La organización suiza Solidar, publicó un informe muy interesante sobre las diferentes vulneraciones de derechos humanos que se están cometiendo desde la FIFA, con la estrecha colaboración del gobierno de Brasil y de todos nosotros, espectadores fieles de la copa del mundo. Os invito a que le echéis un ojo vosotros mismos (http://www.solidar.ch/data/0DF06392/Fifa_Dossier_Spanish.pdf).

Con todo esto se me han quitado las ganas de irme de viaje a Brasil a ver el mundial. Pero, como ya he dicho, no es nada nuevo. Cada 4 años nos enfrentamos a la misma historia. O más bien cada dos: olimpiadas, copa del mundo, olimpiadas, copa del mundo... y el único resultado objetivo es la inversión de miles de millones de euros cada vez, con beneficios que vuelven a las mismas manos de siempre a modo de boomerang. Se me ocurre otro ejercicio mental; imaginar que pasaría si invirtiéramos la misma ingente cantidad de dinero en intentar mejorar la calidad de vida real de los brasileños, atajando los problemas reales de los verdaderos ciudadanos.


No quiero criminalizar el fútbol como tal. Como tantas otras cosas, esta exento de valor moral, es el uso que nosotros hacemos de él lo que lo convierte o no en algo condenable. Y lo que quiero condenar es la gestión que la FIFA hace del mundial de fútbol. Quiero condenar la ceguera voluntaria y completamente reversible que padecemos todos durante estos enormes eventos deportivos. Quiero condenar que a pesar de que todos sepamos lo que está ocurriendo, nos de exactamente igual y sigamos yendo al bar todas las tardes del mes de junio a tomarnos unas birras, echarnos unas risas y, ya de paso, transformarnos en pequeños tiranos patrióticos al servicio de este gran negocio.

A mi me ocurre como con los cruceros. Siempre quise ir a uno. Sol, relax, mojitos en la cubierta y lugares maravillosos. Parece idílico. Pura apariencia. Tras esa fachada maravillosa descubrimos una sucia (muy, muy sucia) realidad: 1000 toneladas diarias de residuos arrojadas al océano (aguas grises, negras y oleosas, basura y residuos sólidos, restos de pintura, pilas, material médico, agentes de limpieza...). Y resulta que yo no quiero ser participe de ello.

Tristemente, no hay mucho que desde mi insignificancia pueda hacer al respecto. Empezaré por tres cosas: escribir este artículo, no irme de crucero este verano y pasar del mundial.


lunes, 28 de abril de 2014

Ese que aún no conozco

Te escribo a ti, ese que aún no conozco.


Te hablo desde un punto fijo en el pasado. Desde una tarde más, en una habitación más, la mía. Cuatro paredes color salmón que me arropan, me protegen, me resguardan, cada día.
Está lloviendo ahí afuera. A través de las cortinas se intuyen las siluetas de las verdes montañas. Esas que miro sin ver a diario. Entiendo ahora, que no hay final sin sepultura y, también, que la Z es la última letra del abecedario.
Es posible, que si no fuera por esto que anoto, nunca te cuente sobre lo que hoy ocurra. No hay nada que haga pensar que esta jornada vaya a pasar a la historia, nada de relatos sobre la mujer barbuda.
Sólo es que me he acordado de ti, ese que aún no conozco. No sé cual es tu nombre, ni cual tu quimera, te miro en todas las fotos que todavía no han sido hechas y sé, tan sólo, que, gracias a ti, mi vida ha llegado a su primavera.
Quiero decirte desde este preciso momento en el transcurrir de la vida, que hubo un tiempo en el que aún no habías llegado a mí, en el que aún el camino estaba oscuro y sin guía.
Sin embargo, antes de saber siquiera si existes o existirás, te estimo y extraño desde la distancia. Hoy es un día cualquiera, a su vez, grande para alguno, y adivino, que antes de que me de cuenta, estaremos ya en el próximo desayuno.
No sé quien seré cuando te lea estas palabras. El tiempo pasa y las arrugas y el pelo cano no serán lo único en lo que haya cambiado. Serán, no obstante, esenciales, determinantes, las baldosas que queden tras de mi en el sendero caminado.
Quiero meramente decir unas pocas palabras. Soy quien fui, y seré quien soy. Tuve miedo y fui feliz. Lloré tanto de congoja y morriña como de dicha y, también, de alguna riña. 
Ame tanto como me amaron a mi, mucho; demasiado en ocasiones y demasiado poco en otras. Y fui tan fuerte como débil cuando, frente a mis ojos, vi tantas promesas rotas.
Me alegro muchísimo de conocerte, compañero. Quizás sea lo mejor que me haya pasado un veintisiete de abril cualquiera, hoy que por fin me he dado cuenta de lo mucho que ya te quiero.
Saliste de mis entrañas en algún punto del futuro. Empero, regalarte el resto de mis mañanas y dedicarte todas mis sonrisas juro.

martes, 11 de marzo de 2014

Brindo

Tengo un presente para ti:

He estado pensando en los te quiero.
Imagina que no queda mucho tiempo. Para que todos se vayan, todo desaparezca, se quede la quietud.
Tienes que leer todos los libros. Ver todas las películas. Tienes que dejar regadas todas las plantas, las bellas amapolas, del jardín. Tienes que recordar todos los momentos que estuvieron espolvoreados de soplos de vida. Y tienes que acordarte de todas las personas que en una lejana memoria se inventaron una risa para ti.
Y Dios. ¡Cuántas son! Hemos ido acumulando a muchas.
Cuantos te quiero que no se han dicho y no se dirán. Porque el amor también es eso. Amabilidad ajena ignorante de la naturaleza de uno. Sonrisa. Tender la mano en los ignorados acontecimientos de los supermercados y parques.
Y, de pronto, prenden unas cenizas en la brasa fallecida, y desearía mandar un te quiero a todos. A todo.


¡Qué bella la vida, qué bonito el amor!

lunes, 6 de enero de 2014

Desde la privación absoluta de derechos con mucho, mucho amor.

La ira crece dentro de mi. El enfado, la impotencia. Me siento gilipollas, una marioneta sin voz ni voto, un títere sin cabeza a las órdenes de un estado cada día más dictatorial. Los porcentajes, las estadísticas, los números presupuestarios... se nos llena la boca pronunciando grandes titulares (esto cuando nos enteramos de la infamia oculta tras los púlpitos del parlamento): “El 21,6% de la población española vive bajo el umbral de la pobreza”, “Los recortes en sanidad en España ponen vidas en riesgo: 6.700 millones menos para sanidad”, “España se sitúa a la cabeza de la UE en fracaso escolar con un 25 %”. Pero por lo general, la mainstream media, prefiere titulares ridículos del pelo de “TVE explica cómo vestir a las hijas con decoro para que no provoquen” o “La FAO invita a criar y comer insectos para luchar contra el hambre” y cuando toca leer el BOE entre líneas para saber qué está pasando tras las grandes cortinas de humo del gran mago y presidente Mariano (digo mago, porque ha de ser por arte de magia que el PP tenga la mayoría absoluta y que seguramente ganaría las elecciones otra vez de celebrarse unas en estos momentos), agachan las orejas y se achantan.


Y todo esto, para llegar por fin al quid de la cuestión, lo que me está atormentando desde hace un par de días (a mi y a millones de personas en mi misma situación, supongo y asumo; sino, es que lo que tenemos es un problema de sentido común e inteligencia a nivel estatal, fruto de años de esfuerzo de las autoridades para que nos convirtamos en ovejas idiotas viajando en manada hacia el abismo pepero): el último intento de los grandes cargos por echar de este país (al cual no se nos pregunta si deseamos pertenecer por cierto, violando ya de paso, una vez más, el derecho del ciudadano, de la plebe, a la autodeterminación) a todo aquel joven de provecho que pretende buscarse el sustento.“Quien quiere peces que se moje el culo”. Y es eso queridos gobernantes lo que intentan los miles y miles de emigrantes españoles en el exilio.

Mientras nos cebábamos, cual cerdos antes del sacrificio final, con opíparas comilonas navideñas y pensábamos en lo retrógrado y denigrante de la nueva ley del aborto, en Madrid se gestaban para nosotros grandes planes. Es una posibilidad, una entre muchas claro, que todo el revuelo con la ridícula ley de Gallardón sea un intento por despistarnos de lo que realmente se está cociendo en los subsuelos. Y quiero pensar que así es porque la implantación y puesta en marcha de la famosa ley me parece simplemente surrealista. Una vuelta al franquismo, a los años 60, cuando algunos guardaban un seiscientos en el garaje y las mujeres sólo servíamos para limpiar culos y escaleras. Ah, y para ser incubadoras vivientes de criaturas desgraciadas que, en ocasiones, no eran bienvenidas.Quiero pensar que ante tal corte de manga a nuestras libertades básicas, la sociedad, el mundo, y los derechos humanos vencerán. Cualquier otra opción sería mucho más que insultante.

Total, que con tanto revuelo e indignación a nadie le quedan ni fuerzas ni tiempo para leer detenidamente el BOE. Y así, de la manera más fácil, tonta y LEGAL, nos la cuelan por todos lados. Cuando sabemos que un diagnóstico precoz es esencial, vital, fundamental, necesario, para poder hacer frente a toda enfermedad. Y la salud, amigos míos, es lo primero. Porque sin salud no hay vida y la vida lo es absolutamente todo. ¿Estamos, por tanto, ante una nueva forma de genocidio del siglo XXI? Las proporciones del problema se me van de las manos. 90 días fuera de casa para una titulada universitaria en paro como yo y c’est fini mi acceso a la sanidad pública. ¿Qué cojones os hace pensar que si no tengo un puto trabajo voy a poder pagarme un seguro privado?¿Nos estáis invitando a huir de aquí y no volver nunca más? ¿A quedarnos sentados y de brazos cruzados chupando del bote (mas vacío que lleno últimamente)? Pues ya me explicareis si todos los desempleados sin derecho a prestación o subsidio (miles de jóvenes, y no tan jóvenes, con títulos universitarios, grados medios y superiores, necesarios, mi señor amo, para que las arcas públicas vuelvan a llenarse, para que vuelvan los años de prosperidad y dejar atrás la miseria) nos piramos para no volver, quién coño pagará vuestras putas pensiones. ¡Ah no! Que eso ustedes lo tienen asegurado por su magnífica gestión de la situación actual.

Y no me gusta. No me gusta un pelo en lo que nos estáis convirtiendo. En gente llena de odio, de ira, de envidia, dispuesta a trepar y pisotear por un bocado de pan. Me da ASCO. En mayúsculas. Un asco mayúsculo.

Sin embargo, se me ocurre que siempre es positivo mirar el vaso medio lleno. Si algo podemos sacar de toda esta ingente cantidad de injusticia es que la unión hace la fuerza. Personalmente, yo me uno al minero asturiano,al médico madrileño y al agricultor andaluz. Al emigrante catalán buscando trabajo en China y al inmigrante Nigeriano recién llegado en patera. Más allá de identidades, patriotismos y sensibilidades políticas todos tenemos algo en común, somos víctimas de un sistema imperfecto, un modo de funcionar obsoleto, una maquinaria desgastada y unos gobernantes con muy mala leche. Nuestra meta debería ser la recuperación de derechos fundamentales como la libertad de elegir dónde, cómo y con quién queremos vivir nuestra vida. Y si no nos queda otra, sinceramente, y bajo mi humilde opinión, la solución a todo esto sólo la podemos encontrar en la desobediencia.

Me despido con una cita de Erich Fromm: “Una persona puede llegar a ser libre mediante actos de desobediencia, aprendiendo a decir no al poder. Pero no sólo la capacidad de desobediencia es la condición de la libertad; la libertad es también la condición de la desobediencia. Si temo a la libertad no puedo atreverme a decir “no”, no puedo tener el coraje de ser desobediente. En verdad, la libertad y la capacidad de desobediencia son inseparables; de ahí que cualquier sistema social, político o religioso que proclame la libertad, pero reprima la desobediencia, no puede ser sincero."

Atentamente,
La víctima del estado #1.003.998