Hoy que la blanquecina bruma de unas hermosas horas te
envuelve las vísceras. Ahora; ahora, que
los pálpitos de tus intestinos te revuelven la consciencia y la conciencia. Los
sonidos de la tierra nos llaman desde las raíces y los soplos de los cielos agitan tus ramas agrietadas.
No sabíamos todavía nada. Y ahora, sin embargo, ahora creemos
saberlo (casi) todo. Hace apenas veinticuatro. ¿Horas, días, meses, años o
segundos?- te pregunto. Todo; recuerda que las agujas nunca dejan de girar.
Todo y nada en cualquier caso.
Hoy que eres polifacética: niña, anciana y mujer. Que eres pluriempleada: Nerviosa, paciente
e inquieta. Ahora; ahora que todas las incógnitas son secretos de estado. Las
posibilidades abrumadoramente infinitas de los cambios de marcha y dirección. Sin intermitente. La felicidad escondida en una cajita de marfil en
el jardín o un monstruo bajo la cama todos los días.
Sócrates tenía la respuesta a todas tus preguntas:
Sólo sé que no sé
nada.