jueves, 3 de septiembre de 2015

Socrática

Hoy que la blanquecina bruma de unas hermosas horas te envuelve las vísceras. Ahora; ahora, que los pálpitos de tus intestinos te revuelven la consciencia y la conciencia. Los sonidos de la tierra nos llaman desde las raíces y los soplos de los cielos agitan tus ramas agrietadas.

No sabíamos todavía nada. Y ahora, sin embargo, ahora creemos saberlo (casi) todo. Hace apenas veinticuatro. ¿Horas, días, meses, años o segundos?- te pregunto. Todo; recuerda que las agujas nunca dejan de girar.
Todo y nada en cualquier caso.

Hoy que eres polifacética: niña, anciana y mujer. Que eres pluriempleada: Nerviosa, paciente e inquieta. Ahora; ahora que todas las incógnitas son secretos de estado. Las posibilidades abrumadoramente infinitas de los cambios de marcha y dirección. Sin intermitente. La felicidad escondida en una cajita de marfil en el jardín o un monstruo bajo la cama todos los días.

Sócrates tenía la respuesta a todas tus preguntas:

Sólo sé que no sé nada.