viernes, 20 de mayo de 2016

Melilla


Tierra de fronteras, 
visibles e invisibles.
Crisol de culturas, 
amalgama de gentes.
Tierra viva,
pintada,
de infinidad de colores.
Teñida con sangre,
manchada de horror,
mancillada con lágrimas.
Reino de nadie,
reclamada por todos.
Ciudad sin ley,
caos insondable,
ceguera congénita,
y sed insaciable.
Las gentes que llegan,
exhaustas del viaje,
que no esperan,
que no entienden,
que resulte
tan lejano el destino.
Vienen de todos lados,
de ninguna parte.

Entre tanta desazón
aun alcanzan
una mano que se cuela, 
que se asoma,
que se aproxima a tientas.
Una mano que cruza 
muros y concertinas,
fosos y alambradas,
y que entonces,
sin más,
se abre.
Busca y acierta.
Encuentra.

Lugar de encuentro,
lugar de reencuentro.
Reino de esperanza,
incubadora de futuro:
Melilla.