Estamos durante estos últimos días recibiendo noticias sobre
la imputación a los dirigentes de la Asociación de Cannabis Pannagh por delitos
de tráfico de drogas y pertenencia a un grupo criminal, actualmente a la espera
de juicio.
Mis líneas van dirigidas a aquellos que cuestionan la
utilidad y viabilidad de asociaciones de este tipo. Lejos de querer repetir lo
mil veces argumentado por los responsables enjuiciados y las decenas de
asociaciones cannábicas que tenemos en Euskadi, quisiera poner en el punto de
mira a los usuarios que obtienen beneficios de la existencia de las mismas.
Beneficios, sorprendentemente para la sociedad en la que vivimos,
NO-económicos. ¿Saben ustedes, mandamases, de lo que les hablo? ¿Les suena?
Ni siquiera quiero reivindicar el legítimo derecho
individual de consumir cannabis en el ámbito privado, libremente, sin perjuicio
a ningún tercero. Quisiera ponerme en la piel de aquellas personas, quienes,
desgraciadamente, necesitan del cannabis para hacer la vida un poquito más
llevadera, aunque sea poco. Hablo de la marihuana terapéutica y de la gran
labor que realizan asociaciones como Pannagh, con diversas clases de enfermos
de cáncer, esclerosis múltiple, anorexia, parkinson, epilepsia…y no quiero
seguir más.
Bajo mi humilde opinión, todo juicio, todo juez, todo
abogado y fiscal que pretenda negar a estos pacientes el acceso a esta sustancia
paliativa, pierde toda su autoridad si no ha podido saber que se siente en su
propia piel. Lo siento, así de claro. Pregúntele al enfermo de cáncer. ¿Efectos
nocivos de la marihuana? “Me rio en su cara señor. Los efectos nocivos ya los
recibo, para dar y regalar, de la misma enfermedad, de la maldita quimioterapia
(pura toxicidad, me quema las venas y destroza poco a poco los pocos órganos
sanos que quedan en mi organismo), de la media docena de pastillas que engullo
a diario. Y, sin embargo, esa horrible marihuana contra la que luchamos,
ignorando ya de paso los efectos dañinos de otras drogas legales como el
alcohol, o todo el tráfico ilegal de otras tantas sustancias, me ayuda a salir
del paso. Para empezar, y esto ya es un gran logro, me alegra un poco el alma
señor, me quita las nauseas y evita los vómitos, me da apetito y me ayuda a
recuperar los 10 kilos que he perdido en cuatro meses, disminuye mi ansiedad
ante la incertidumbre y la propia muerte, me ayuda a dormir e incluso a
pensar”.
Por un cultivo, venta y consumo de marihuana legalizado. Por
un país más libre. Por un país más sabio con los enfermos. Y, por qué no, con
quienes no lo son y simplemente quieren hacer uso de la libertad que viene
inherente con el ser humano.
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