sábado, 24 de septiembre de 2011

Es cuando no te lo esperas que las cosas ocurren. Y digo cosas cuando en realidad estoy intentando decir momentos. Momentos, cosas, ocasiones, oportunidades, puertas que se abren y se cierran, personas, instantes, circustancias...que más da. La famosa (¿o debo decir dichosa?) Ley de Murphy actúa cuando menos te lo esperas.
Me escondo en el otro lado, en el fondo del cajón. Y además he echado la llave. Dos vueltas, por si con una no bastara. Por lo pronto, ya he sacado mi cabeza del cascarón, que no es poco. Y, por supuesto, quedan un montón de cosas por tachar de mi lista. Que no cunda el pánico. Las ganas aprietan, pero no tengo prisa. Como siempre, el tiempo dirá, aunque no sé si esta vez el tiempo recolocará a cada cual en su lugar.



Quiero aprender a nadar. Pese a que nadie me sujete en los primeros intentos ni me ayude a mover los brazos.
3, 2, 1...
Comenzamos.

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