domingo, 27 de septiembre de 2009

Luck!


Recuerdo cómo nos poníamos las botas comiendo algodón de azucar después de habernos gastado la paga en los autos de choce intentado ligar con uno de nuestros amores platónicos infantiles. También que jugabamos al trivial junior y que yo me picaba porque no me sabía las respuestas de las preguntas sobre Disney, que le iba a hacer si no las había visto! Siempre fuí más de jugar con camiones y tirarme de los pelos con mi hermana que de esas que juegan con muñecas y les encanta la sirenita. Por eso me sentía rara cuando tú me enseñabas tu enorme colección de barbies, que por cierto, estaban prácticamente todas descuartizadas. Y sí, te envidiaba! Pero luego jugabamos al escondite en la oscuridad y desordenabamos todo y me iba a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Jugabamos al "pilla-pilla" dando vueltas a una portería, y aunque el juego podía terminar en el segundo dos, nos gustaba correr y fingir que las reglas eran otras y que había determinadas cosas que no se podían hacer porque así el juego duraba más. Qué felices eramos inventándonos el mundo e imaginándonos la vida.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Enjoy the silence.


Es curiosa la necesidad que sentimos de oir algo constantemente a nuestro al rededor. Bien sea la voz del compañero diciendo cosas sin ton ni son por no verse envuelto en un momento incomodo que se crea entre dos conocidos o incluso amigos que no tienen mucho que decirse y no sienten la suficiente confianza como para disfrutar del silencio que les rodea. O la manía de hacer el amor con música de fondo, con la emisión radiofónica vespertina o con alguna estúpida serie de television del año 99 que dan en el canal catorce a las tres de la madrugada.

Y puede que yo sea la primera que en el ascensor le hable al vecino del sexto de lo revuelto que está el tiempo últimamente o que tararee una canción y haga aspavientos sin cesar para huir de él. Pero si te soy sincera no le tengo miedo. Es más, me gusta disfrutar y oir cada latido de tu corazón cuando apoyo mi cabeza en tu pecho; me gusta oir el vaivén de los árboles que se mecen, despacio, a lo lejos; me gusta el sonido pausado de tu respiración; me gusta oir la lluvia cuando choca con mi paraguas y cuando en atardeceres tormentosos golpea violenta mis ventanas; me gusta simplemente sentarme en un lugar tranquilo sin tener nada que hacer, sin prisa y disfrutar del silencio y de la oportunidad que me brinda para dedicarme un momento a mi misma y pensar. Siéntate a mi lado, acaricia mi mano y no digas nada. Los gestos valen siempre más que las palabras.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Anónimos


19:52 de un lunes cualquiera por la tarde. Begoña y Ana se dirigen a casa tras un día de trabajo agotador con las bolsas de la compra recién hecha en el Eroski más cercano. En ese mismo momento, un hombre que goza de la jubilación anticipada disfruta de los últimos minutos del sol otoñal mientras recuerda nostálgico como en otros días más felices se hayaba sentado en aquel mismo banco junto a una bella mujer. Justo en ese instante la primera gota de sudor baja por la frente de Fernando que acaba de empezar a correr con su silla de ruedas en la pista paralímpica de las afueras. Es entonces cuando Javi rodea con su brazo el cuerpo desnudo de María en el asiento trasero de un Ford fiesta. Mientras tanto Lorena se pregunta cuantos minutos de anuncios quedan para que empiece el resumen de la vigésimo novena edición de Gran Hermano. Y en ese preciso minuto, las miradas de dos completos desconocidos se cruzan por primera vez en la estación de metro mas concurrida de la ciudad y por un sólo segundo el tiempo se para para que ellos mueran de placer perdiendose en la inmensidad de un pequeño detalle que es capaz de hacer que el mundo deje de girar.

domingo, 6 de septiembre de 2009

I'd rather dance with you.

Sale el sol en el lejano horizonte. Tus ojos me buscan en el más misterioso de los secretos, en silencio, sin ruido. El tiempo se para para abrazarte mejor, sin prisa. Los labios que un día acariciaron mis mejillas en un profundo silencio lo hacen hoy de nuevo pidiendome que no me vaya nunca. El viento mece las hojas de los árboles que me han visto crecer en estas mismas calles en las que hoy aún seguimos paseando. Y sé que no será eterno, al igual que la vida, pero quiero seguir disfrutando de ti mucho tiempo y le pido al cielo que no te lleve nunca de mi lado. Ya van más de diez, y hace mucho que deje de poder contarlos con los dedos de las manos.