jueves, 26 de febrero de 2009

Morning Yearning

Si algo he aprendido es que actuar según impulsos no hace más que empeorar las cosas. Deberíamos mirarnos en un espejo y ver que nuestro reflejo muchas veces es exactamente el mismo que el de esa persona, justo esa a la que juramos no parecernos nunca. No sé cuando deje de hacerle caso al corazón y empecé a preocuparme por el sentido común, por mi orgullo y por las opiniones ajenas, y no precisamente por las que deberían importarme. Hace no mucho estaba segura de mi misma, sabía quien era, a donde iba, porque, cuando y como...hoy ya no sé nada. Ni contigo, ni sin ti.

domingo, 15 de febrero de 2009

Yomanía


Tic-tac, tic-tac. Y nos sumergimos en una nueva dimensión; en la de las sensaciones, los sentimientos, las locuras y los desvaríos.

Siento, lamento y desmiento, pero sigo sin saber nada. Nada de nada. Oigo en mi interior los pasos del silencio sobre los desiertos de experiencias. Aterradoras, magníficas, locas, insensatas, reales y ficticias.

Me encuentro otra vez esperando, no se a qué ni a quién. No sé si lo que siento es real o es lo que quiero sentir, lo que parece correcto y lo que me conviene. Lo siento, pero nose si es por haber cometido un error o porque puede que ello traiga consecuencias negativas a mi vida. Al fin y al cabo el bien y la solidaridad son sólo consecuencias del egoísmo. Todo para sentirse bien con uno mismo. Egocentrismo puro y duro en el valle de la vanidad.

martes, 10 de febrero de 2009

Punto y aparte


Ha sucedido lo que llevaba temiendo desde hacía tiempo. Se terminó, y esta vez para siempre, cree. La luz se dio cuenta por fin de que eso que creía su perfecta compañera, aquello que tachaba de oscuridad pura y absoluta, no era sino una pequeña sombra, nada más. Ahora sólo le queda a la oscuridad resignarse en la noche, y amanecer en soledad. Le toca volver a empezar, pero antes de empezar una nueva búsqueda sabe que en mucho tiempo comparará todo lo demás con esa luz que tanto le marcó un día.
(Fotografía: Walker Evans)

lunes, 9 de febrero de 2009

Serenidad


Camina a la misma hora y por la misma calle de siempre y se cruza con las mismas personas que intercambian miradas con ella a diario. Pero hoy es diferente. Bueno, en realidad nada a cambiado, sólo ella.

Anda despacio, por primera vez en mucho tiempo no tiene prisa. Lleva el abrigo azul que tanto le gusta y disfruta del sol que acaricia sus mejillas. Le encanta esa sensación de tener frío y a la vez sentir el sol que templa poco a poco su piel rosada por las bajas temperaturas. Hoy el tiempo no existe. Por fin las cosas están en orden y no puede evitar sonreirle a la vida. No sabe por cuanto tiempo durará esta agradable sensación y le gustaría detener el tiempo, mantenerse ausente del resto de la humanidad durante una temporada, porque de esa manera nada ni nadie podría empeorar esa nueva situación en la que se encuentra ni ese nuevo estado de ánimo que le encanta. Sólo quiere quedarse quieta, cerrar los ojos y disfrutar.

domingo, 8 de febrero de 2009

Efímero.


Casi consigo que los rayos de sol quemen mis labios que amanecen sabiendo a vacio. El vacio que se llena sólo de mirarlo y que es tan, tan débil que temo mirarle de frente por miedo a hacerle daño y cambiar el orden, modificar esas reglas no escritas, de este juego que empezamos a jugar hace ya mucho tiempo. El infinito está introduciendose en mi vida y no se que hacer para echarlo...que se vaya, porque esta sensación de deberle algo a alguien empieza a hartarme. Y aunque me pese, siento en mi interior que esto se acaba, poco a poco, pero ya noto que va muriendo. El tiempo es efímero y para cuando quiera darme cuenta estaré de nuevo a solas conmigo misma, con la fragilidad y la rutina del día a día. Lo malo es que cuando menos me lo espero me sorprendo a mi misma sonriendole al pasado y otra vez quiero tenderte la mano y con mi mirada sólo quiero decir una única cosa que, al no pronunciar en voz alta, se que nunca comprenderás.

Me acompañas?

martes, 3 de febrero de 2009

C'est fini.


Aunque ahora nadie lo diría, hubo un día en el que aún esperaba de la vida algo más que un marido infiel, una terrible soledad que no era capaz de afrontar y unas hijas que lejos de ser comprensivas se comportaban como unas malcriadas. Hubo un día en el que fue feliz. Tenía sueños y esperanzas, y, sobretodo, grandes planes de futuro. Pensaba envejecer junto al hombre de quién se había enamorado hacía ya mucho tiempo, lejos, muy lejos, del mundanal ruido de la ciudad donde llevaba toda su vida encerrada.
Cocinar, lavar, limpiar, obedecer, planchar, hacer la compra, llorar, fregar y dormir; ese era el resumen de los últimos años. Recuerda con nostalgia como era todo antes de quedar atrapada para siempre en un matrimonio infeliz. Ha pasado tanto tiempo que ni siquiera consigue recordar lo que se sentía al ser libre y el recuerdo de que él está al caer le hace volver a la realidad. Sin perder el tiempo abre el primer cajón de su cómoda y saca un objeto envuelto en una pequeña sabana blanca. Es una Walther CP99 de fácil manejo y mientras aparta el pequeño trozo de tela que la cubre piensa para sus adentros, orgullosa, que fue un acierto comprarla, nunca se sabe cuando puedes necesitar un arma así.
Los minutos pasan cada vez más lentos. Intenta retener en su memoría los momentos felices de su vida; intenta, sin conseguirlo, encontrar una razón para seguir luchando, para seguir viviendo. Los segundos se empiezan a hacer largos y pesados y se da cuenta de que no merece la pena alargar más esta agonía que la está matando sin necesidad de apretar el gatillo. Sentada en el suelo frío de marmol de la cocina, coge la pistola con las dos manos, cierra los ojos y dispara sin más dilación.
Su cuerpo yace pocos segundos en el suelo manchado de sangre hasta que el marido, que ha oído el sonido sordo de la bala contra la cabeza de su mujer, abre corriendo la puerta del apartamento. Junto al cuerpo hay una nota escrita a mano:
"Tú me mataste hace tiempo cuando dejaste de amarme, yo sólo he apretado el gatillo. He terminado lo que tu empezaste."

domingo, 1 de febrero de 2009

Reino en construcción


Construir castillos de arena es divertido. Eso decía siempre ella. Sobretodo si hay alguien que aporta pequeños granos de arena y está a tu lado mientras lo construyes. Eso si, puede que, de repente, un vendaval intente destruirlo y entonces sí, será mejor que lo derribes tú primero antes de que caiga sobre ti y te hagas daño.

Sólo que ella no existe y soy yo. Por lo demás sí, es así como sucede.
(Fotografía: Una obra de Marco Ortolan.)