domingo, 23 de mayo de 2010

A pesar de ser domingo

Me encanta. Cuando los primeros rayos de sol verdaderos del año se posan en tus brazos, en tu pecho, en tus mejillas, para besarte mejor, con más fuerza, para quedarse contigo. Cuando el olor del sol (porque el sol tiene un olor, el suyo, único para cada objeto y para cada persona), te abraza, y tu cuerpo huele a calor y tu pelo desprende energía. Me encanta. A pesar de los exámenes, de no poder tumbarme durante horas al sol, a pesar de no poder acariciar la arena con los dedos, a pesar de no poder sentir el mar jugar bajo mis pies.


Me encanta.

domingo, 16 de mayo de 2010

Me pido ser copiloto de aquí a la eternidad.


Sin una carta de despedida, una nota, un adiós, un aviso, una mirada. Ni palabras, ensordecedoras ni mudas, desagradables, cariñosas, emotivas, precisas, justas, crueles, frías o distantes. Sin sonrisas, sin lágrimas, sin abrazos, sin besos, sin malas caras, sin gestos dolorosos. Ni venganzas, ni juegos. Sin tonterias.Sin explicaciones. Se fue sin más.Sin gritos ni largos silencios. Sin segundas oportunidades, reconciliaciones, lamentos. Sin agonías o esperas. Y sin mirar atrás. Se fue para no volver. Por eso cuando metió la llave en la cerradura de aquella puerta que jamás había dado portazos, que jamas había sido respaldo de nadie para llorar, que jamás había visto a nadie dudar para atravesarla por ese miedo que tienen los que dan un trato injusto al amor, y no sintió el aroma dulce de quien espera al otro lado de la puerta, constante, espectadora fiel de la parodia de la vida, pero siempre amable, precisa, perfecta, fiel, seductora y sonriente, supo que ya no volvería a cruzar aquel umbral.

domingo, 9 de mayo de 2010

Alguien sé tú

Qué idiotez sentirme mal por los enfados cotidianos, por las rencillas domésticas, las traiciones internas. Qué idiotez pensar que aún tenemos cosas por hacer para intentar cambiar estos pequeños desastres humanos, que algunos llaman errores, otros equivocaciones, pero que yo se lo atribuyo a nuestra inmensa, e irremediable al parecer, estupidez. Qué idiotez tratar de hacer el bien, no hacer daño, querer recibir lo que intento dar. Qué idiotez derramar una lágrima por esto. Qué idiotez que volvamos atrás y que vivamos en unos pocos minutos todo lo repetido mil veces. Qué idiotez dudar por los rumores. Qué idiotez darle voz a quien quiere hacer daño. Qué idiotez que esté a punto de rendirme cuando más me necesito.