domingo, 14 de diciembre de 2014

En el metro

Se oye un eco. Es ese rugir que empieza a resultarme muy familiar. Proviene de las entrañas de la ciudad. De esa maraña de caminos y vías, alcantarillas, agua y desechos.

Detrás, estoy yo. Delante, cualquiera lo sabe. En mi estómago los nervios me dicen, me cantan, que hace mucho que no me preocupo demasiado. En mi cabeza, mis voces están bailando. Últimamente es algo bastante común.

Me toca caminar. Calculo que será un paseo de unos 20 minutos. Más vale que vaya a paso ligero, ya empieza a hacer frío en la prematura oscuridad de las calles.

Klik.
Qué es eso que me resulta tan similar a aquello otro que no consigo recordar.
Klik.

La misma forma de sentir y de esperar. La misma hilaridad. Justo igual que la otra vez.  Tres años atrás en el tiempo. Las energías galopando dentro de mi, arriba y abajo, en un balanceo constante, fluctuante, caótico o impreciso. Y también la misma inquietud.
Todo junto consigue hacerme cosquillas en la tripa.


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