lunes, 29 de febrero de 2016

Pies pequeños

Olvidamos lo pequeños que eran nuestros pies. Cuán pasajeras eran las noches y qué veloces llegaban los sonidos del alba. Ruidos vacíos. El sonido inagotable de las manecillas del reloj. Tic-tac, tic-tac, tic-tac. Secreto constante; discreto, hambriento. Espejos opacos que no nos dejaban ver. Y nosotros dos dando vueltas sin sentido, peonzas confusas, locas de remate. Sin mañana, sin futuro, sin planes imaginarios y sin un rumbo fijo. Pero, sobretodo, sin necesitarlo siquiera. Tú y yo, nosotros, ya, aquí, yo y tú.
Ahora estás tan lejos. Los he contado: son trece mil novecientos cincuenta y tres kilómetros, cuarenta y siete metros y seis centímetros. Es la distancia entre mi frente y tus labios. Traté de contar también las lunas llenas pasadas, las cartas sin respuesta, las sopas que se han quedado frías mientras te espero y todas las veces que he llorado tu ausencia. Pero hace varias primaveras que perdí la cuenta.
Lo teníamos todo calculado, pero nos olvidamos de lo pequeños, lo diminutos, que eran nuestros pies.

   Rosalyn Drexler-Love in the green room (1964)

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