
Siento que ya llega, que ya está aquí y una sensación abrumadora y terrorífica me invade. Me cuesta respirar y la vista se me está nublando tras los barrotes de mi carcel particular. Me tiemblan las piernas y los gritos desgarran mi garganta cuando me meten por la fuerza en un hoyo y me cubren de tierra hasta la cintura.
Lloro, imploro a Dios y a estos hombres el perdón. Siento el vacio, la muerte, y estoy muy asustada. Parece que no me oyen y que todos mis ruegos y súplicas se ahogan en mi interior.
Sé que no hay vuelta atrás y solo pido que me mate la primera piedra. Sollozo en silencio, no merecen mis gritos...no se merecen mi sufrimiento. La ira y las lágrimas me ciegan casi por completo y apenas consigo ver un círculo de personas a mi alrededor. No sé cuanto tiempo transcurre hasta que recibo el primer golpe. Debe de ser muy poco porque ya empiezo a notar la sangre y me estoy mareando, pero no siento dolor.
El odio, el rencor y la ira han desaparecido. Lo siento tanto. Lo siento tanto por todas esas personas a las que se les arrebata su más preciado tesoro. Me siento impotente. No entiendo como aún en el año 2009 miles de mujeres siguen muriendo a manos de asesinos anónimos y completamente impunes. No entiendo porqué me están quitando la libertad, la vida.
Pero por fín llega, todo ha terminado. Ya están aquí la oscuridad y el silencio.