martes, 14 de abril de 2009

Invisibles


Me llamo Nely y tengo 14 años. Recuerdo que hace seis un hombre blanco vino de madrugada a mi casa. Recuerdo que era una noche lluviosa, y los gritos entre mamá y papá me despertaron. Hablaban de mi, la mayor de cinco hermanos, la única chica y la que mejor precio alcanzaría en el mercado. Recuerdo que mamá vino a nuestra habitación, yo me hice la dormida porque no quería disgustarla y ella me despertó con un susurró y una lágrima que se le escapó y cayó sobre mi.
Y ahí estaba yo frente a tres desconocidos: uno que no había visto nunca antes y otros dos que llevaban 8 años fingiendo ser mis padres, pero que aquella noche estaban irreconocibles.
Pese a todo levante la vista y fijé mis tristes y pequeños ojos en el hombre blanco. Fue la primera y última vez que mire a los ojos a mi nuevo dueño, nunca jamás en los próximos años tuve el valor de volver a hacerlo.
Ordenó que me desnudara, quería comprobar que todo estubiera en orden, saber que hacía la elección correcta y mi papá sonrió cuando supo cuanto dinero valía mi vida.
Cada noche sueño con volver atrás en el tiempo para poder preguntarles porqué lo hicieron. Sueño que vuelvo a casa y que mamá me cuenta que realmente la situación mejoró gracias al dinero que recibieron a cambio de mi libertad. Y sueño que ya no tengo que dejar que hombres sudorosos se posen sobre mi y me obliguen a someterme a todo tipo de vejaciones.
Quisiera poder negarme cuando me piden que me desnude, quisiera poder huir.
Pero qué más da, al fin y al cabo mi vida no vale más que un lavavajillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario