jueves, 30 de abril de 2009

Promesas, orgullo y verdad.


Nunca supe si es mejor conocer la verdad hiriente o vivir en la felicidad del autoengaño. Sentir que hay algo más que lo que vemos a simple vista, frente al miedo de preguntar y descubrir una realidad casi siempre lacerante y dolorosa.
La posibilidad de ver nuestro orgullo herido, la posibilidad de quedarnos sin la coraza que nos protege y la posibilidad de desenmascarar las mentiras que nos salvan del abismo del dolor irreversible hacen que vivamos más felices huyendo, ignorando la verdad. Porque no queremos que aquellas promesas que auguraban felicidad y bienestar caigan en el olvido, porque es más fácil mirar hacia otro lado y negar lo evidente.
Pero no lo pronunciaré en voz alta o tendré que enfrentarme a la posibilidad de una evidencia desagradable.

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