martes, 3 de noviembre de 2009

Love is in the air

Mientras los pasajeros de mi alrededor van cayendo uno a uno en un sueño ligero de autobús y yo intento sumergirme en una lectura obligada muy poco apasionante, reparo sin proponermelo en un joven de camiseta azul que se sienta justo delante mio. Varón, unos veintitrés años, alto, universitario. Está hablando por telefono y su manera de hablar pausada, amistosa y coloquial me anima a seguir el hilo de la conversación. A medida que pasan los minutos empiezo a sentir simpatía por ese chico de rostro familiar, que posee un humor discreto, un lenguaje culto y que me parece, a simple vista, o en este caso oído, un tío inteligente. Y cuanto más oigo, más curiosidad siento por saber quién se encuentra al otro lado del telefono, su novia, que viene precisamente en un autobús que se va cruzar con el nuestro en breves momentos.

Y ahí llega, y veo como una sonrisa aparece en la cara del chico del móvil mientras saluda con la mano y una sombra borrosa contesta desde el otro lado de la carretera. El momento que llevaban esperando desde el inicio de la conversación telefónica que se remonta a veinte minutos atrás en la terminal de autobuses.  Y él la mira bajarse, y cómo camina por la calle, y no le pierde de vista hasta que desaparece entre la multitud, y, sobretodo, sigue sonriendo. No cabe duda: está enamorado.
Sin quererlo, una sonrisa tonta se aloja en mi cara y una frase da vueltas en mi cabeza: qué bonito es el amor.

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